miércoles, 29 de febrero de 2012

Dos personajes con el mismo nombre


                             Por Nelva Mary Ciarmela*


               Todo es actividad en la estancia Las Marías, se casa el hijo de los dueños; con una vecina, hija de otros estancieros amigos.

                Las mucamas ordenan, limpian los pisos, lustran los muebles, los candiles, las arañas con colgantes y todos los adornos.

                La peonada se encarga de preparar el fuego para asar la carne con leña de sus propios árboles, entre mates y chanzas, agitan el fuego.

                La brisa trae aroma de los bosques de eucaliptos y ya sonaban dulces rancheras.

                Las mujeres están rodeando a la patrona, acompañada de su consuegra, se encargaron de vestir a la novia, se retiran a una sala especial donde la apartarán, para que sea sorpresa cuando se presente la muchacha vestida con su traje nupcial.

                Es en este momento cuando aparece, una paisanita que reclama la atención de la dueña y le pide que la escuche.

-¿Qué pasa Rosina? ¡Justo ahora!

-Un minuto por favor, en la puerta hay un hombre que dice llamarse Braulio Ojeda

-¡Pero si ese es el nombre de mi marido!

-¡Si, créame amita, yo pensé que era él!, es muy parecido, esta parado en la puerta de la tranquera y quiere entrar, yo me acerque porque ladraban los perros.

- Será algún gaucho ladino que quiere entrar a la fiesta, Decile al capataz que averigüe quien es. . .

- Se va a poner bravo, yo lo vi, parece el patrón. Créame señora. Tiene una bombacha a cuadritos, camisa blanca y chambergo, cinturón y buena pinta como el patrón.

                  Acuciada por las palabras de la chinita, Mercedes pide que la perdonen un momento, y les indica que atiendan a la novia, que volvía enseguida. Se acerca a la puerta y observa como unos paisanos de la estancia, lo están encarando. Mercedes queda parada por la impresión cuando lo ve, la misma estatura, el cabello negro, vigoroso, igual que su marido. No es difícil confundirlo. Pronto reaccionó, se presentó como la dueña de la estancia y le preguntó que quería. El hombre sin perder  su prestancia, la saludó con respeto, le dijo que era Braulio Ojeda y que deseaba hablar con el dueño de la estancia.

    - ¡Ese es el nombre de mi marido, como es posible que se llame igual! - pensó la patrona.

                Así las cosas, enterado por la peonada se hace presente el dueño del establecimiento, también sorprendido con el aspecto del hombre, le parece estar frente a un espejo.

 -¿Quién es usted y qué hace aquí?- preguntó

                El gaucho saca unos papeles, se los quiere mostrar y hablar con él.

   -Hoy no puede ser, estamos de fiesta, lo recibiré la semana que viene – respondió con aspereza.

   - Estaré aquí, el lunes próximo a esta misma hora y espero que cumpla con su palabra-  afirmó con voz inquietante el inesperado visitante.

   - Así será, ahora debe retirarse- ordenó el patrón.

                  Regresan todos a sus actividades, con una inquietud nueva y un gran  interrogante sobre la existencia de esta singular persona. Se realiza la ceremonia del casamiento, y pasaron al festejo, que fue muy alegre, pues no todos los días se casaba el hijo de un estanciero.

                  Por fin llego el día lunes y a la hora señalada, se presentó el señor que decía llamarse Braulio Ojeda. Lo recibe el dueño de Las Marías, pasan a una sala, casi automáticamente, extiende el brazo y le muestra un papel del registro civil, donde  se manifiesta que Braulio Ojeda es hijo natural de María Morena y Gervasio Ojeda-

-Don Gervasio Ojeda, fue mi padre- , expresa sorprendido su hijo

-¡Yo también soy hijo de él!, cuando la madre de usted quedo embarazada, se acerco  a María mi madre, tuvo relaciones  con ella, y también quedo preñada. Cuando ella lo supo, se avergonzó tanto, y no quiso que nadie lo supiera.

-Se fue y vivió como pudo

-¿Y como recién lo viene a decir?

-Porque nunca antes me lo había dicho, y unos días antes de morir no quiso llevarse el secreto a la tumba y me lo contó”

  Impresionado, el patrón,  pregunta si hay testigos.

-Si, la machi y la comadrona

-¿La bruja querrá decir usted? Que vengan aquí.

-La machi esta muy vieja y no puede llegarse

- Entonces iremos.

  
         Al día siguiente se presentaron en un rancho oscuro con plantas y pócimas humeantes, son recibidos por la comadrona que los presenta a la machi, que con voz ronca casi gutural expresa:

 -¡Igualitos como rama de un mismo tronco! ¡Aquí están después de tantos años!, yo los traje al mundo, a los dos, a usted patroncito, hijo de doña Rosario, que nació, en la casona, entre sedas y puntillas, y a usted que casi lo criamos entre la machi y yo, ya que su madre, María, tenía que trabajar en otra estancia para poder mantenerse.

 -Una historia triste- dice la machi, pero han llegado a buen puerto, se los ve bien, fuertes y sanos, lástima la pobre María, que Dios la tenga en su gloria- dice la matrona.

-¿Por qué no se lo dijo a mi padre?-  pregunta  el patrón. –Porque María no quería que  lo supiera doña Rosario, que fue muy buena con ella- responde la Machi

 Braulio, el hijo de María, abraza a la mujer que lo ayudó a venir al mundo. -¡Nunca las dejare, gracias por todo lo que han hecho por mí!

 -Bueno ahora me toca a mí- dice el patrón -Estoy frente a mi hermano, no solo lo delata nuestro parecido físico, sino que ustedes son testimonio vivo, de la verdad de nuestros nacimientos-. Se abrazan los hombres, ante los ojos húmedos de las mujeres que los bendicen. -Vamos, tendrás la parte  que te corresponde de la herencia, mi felicidad por encontrar a mi hermano es inmensa- dice el patrón. Dejan dinero y prometen volver a verlas a la Machi y a la comadrona,    que cuando los ven alejarse se dicen entre si:     -tendrán, buenas relaciones entre ellos, son de buen palo, tienen las mejores raíces.

  * Docente y escritora. Nació en La Plata, es autora de numerosos cuentos y poesías que se destacan por su sensibilidad y belleza.











                  

No hay comentarios:

Publicar un comentario