Por Nelva Mary Ciarmela*
Todo
es actividad en la estancia Las Marías, se casa el hijo de los dueños; con una vecina,
hija de otros estancieros amigos.
Las mucamas ordenan, limpian los pisos, lustran los muebles, los
candiles, las arañas con colgantes y todos los adornos.
La peonada se encarga de preparar el fuego para asar la carne con leña
de sus propios árboles, entre mates y chanzas, agitan el fuego.
La
brisa trae aroma de los bosques de eucaliptos y ya sonaban dulces rancheras.
Las mujeres están rodeando a la patrona, acompañada de su consuegra, se
encargaron de vestir a la novia, se retiran a una sala especial donde la
apartarán, para que sea sorpresa cuando se presente la muchacha vestida con su
traje nupcial.
Es
en este momento cuando aparece, una paisanita que reclama la atención de la
dueña y le pide que la escuche.
-¿Qué pasa Rosina? ¡Justo
ahora!
-Un minuto por favor, en la
puerta hay un hombre que dice llamarse Braulio Ojeda
-¡Pero si ese es el nombre de
mi marido!
-¡Si, créame amita, yo pensé
que era él!, es muy parecido, esta parado en la puerta de la tranquera y quiere
entrar, yo me acerque porque ladraban los perros.
- Será algún gaucho ladino que
quiere entrar a la fiesta, Decile al capataz que averigüe quien es. . .
- Se va a poner bravo, yo lo
vi, parece el patrón. Créame señora. Tiene una bombacha a cuadritos, camisa
blanca y chambergo, cinturón y buena pinta como el patrón.
Acuciada por las palabras de la
chinita, Mercedes pide que la perdonen un momento, y les indica que atiendan a
la novia, que volvía enseguida. Se acerca a la puerta y observa como unos
paisanos de la estancia, lo están encarando. Mercedes queda parada por la
impresión cuando lo ve, la misma estatura, el cabello negro, vigoroso, igual
que su marido. No es difícil confundirlo. Pronto reaccionó, se presentó como la
dueña de la estancia y le preguntó que quería. El hombre sin perder su prestancia, la saludó con respeto, le dijo
que era Braulio Ojeda y que deseaba hablar con el dueño de la estancia.
- ¡Ese es el nombre de mi marido,
como es posible que se llame igual! - pensó la patrona.
Así las cosas, enterado por la
peonada se hace presente el dueño del establecimiento, también sorprendido con
el aspecto del hombre, le parece estar frente a un espejo.
-¿Quién es usted y qué hace aquí?- preguntó
El
gaucho saca unos papeles, se los quiere mostrar y hablar con él.
-Hoy
no puede ser, estamos de fiesta, lo recibiré la semana que viene – respondió
con aspereza.
-
Estaré aquí, el lunes próximo a esta misma hora y espero que cumpla con su
palabra- afirmó con voz inquietante el
inesperado visitante.
- Así
será, ahora debe retirarse- ordenó el patrón.
Regresan todos a sus
actividades, con una inquietud nueva y un gran interrogante sobre la existencia de esta
singular persona. Se realiza la ceremonia del casamiento, y pasaron al festejo,
que fue muy alegre, pues no todos los días se casaba el hijo de un estanciero.
Por fin llego el día lunes y a
la hora señalada, se presentó el señor que decía llamarse Braulio Ojeda. Lo
recibe el dueño de Las Marías, pasan a una sala, casi automáticamente, extiende
el brazo y le muestra un papel del registro civil, donde se manifiesta que Braulio Ojeda es hijo
natural de María Morena y Gervasio Ojeda-
-Don Gervasio Ojeda, fue mi
padre- , expresa sorprendido su hijo
-¡Yo también soy hijo de él!,
cuando la madre de usted quedo embarazada, se acerco a María mi madre, tuvo relaciones con ella, y también quedo preñada. Cuando ella
lo supo, se avergonzó tanto, y no quiso que nadie lo supiera.
-Se fue y vivió como pudo
-¿Y como recién lo viene a
decir?
-Porque nunca antes me lo
había dicho, y unos días antes de morir no quiso llevarse el secreto a la tumba
y me lo contó”
Impresionado, el patrón, pregunta si hay testigos.
-Si, la machi y la comadrona
-¿La bruja querrá decir usted?
Que vengan aquí.
-La machi esta muy vieja y no
puede llegarse
- Entonces iremos.
Al día siguiente se
presentaron en un rancho oscuro con plantas y pócimas humeantes, son recibidos
por la comadrona que los presenta a la machi, que con voz ronca casi gutural
expresa:
-¡Igualitos como rama de un mismo tronco! ¡Aquí
están después de tantos años!, yo los traje al mundo, a los dos, a usted patroncito,
hijo de doña Rosario, que nació, en la casona, entre sedas y puntillas, y a
usted que casi lo criamos entre la machi y yo, ya que su madre, María, tenía
que trabajar en otra estancia para poder mantenerse.
-Una historia triste- dice la
machi, pero han llegado a buen puerto, se los ve bien, fuertes y sanos, lástima
la pobre María, que Dios la tenga en su gloria- dice la matrona.
-¿Por qué no se lo dijo a mi
padre?- pregunta el patrón. –Porque María no quería que lo supiera doña Rosario, que fue muy buena con
ella- responde la Machi
Braulio, el hijo de María,
abraza a la mujer que lo ayudó a venir al mundo. -¡Nunca las dejare, gracias
por todo lo que han hecho por mí!
-Bueno ahora me toca a mí-
dice el patrón -Estoy frente a mi hermano, no solo lo delata nuestro parecido
físico, sino que ustedes son testimonio vivo, de la verdad de nuestros
nacimientos-. Se abrazan los hombres, ante los ojos húmedos de las mujeres que
los bendicen. -Vamos, tendrás la parte
que te corresponde de la herencia, mi felicidad por encontrar a mi
hermano es inmensa- dice el patrón. Dejan dinero y prometen volver a verlas a la Machi y a la comadrona, que cuando los ven alejarse se dicen entre
si: -tendrán, buenas relaciones entre
ellos, son de buen palo, tienen las mejores raíces.
* Docente y escritora. Nació en La Plata, es autora de numerosos
cuentos y poesías que se destacan por su sensibilidad y belleza.